¿En qué momento los padres perdieron el sentido común? La pregunta es válida aunque la respuesta poco cambia el estado de situación que prevalece en muchas familias: inseguridad perenne a la hora de tomar decisiones referentes a la educación de niños y adolescentes, sobre todo al decir no en el momento adecuado. Este es uno de los varios temas relativos a la crianza de hijos en un mundo desorientado, que un psiquiatra y dos psicólogas uruguayas analizan en un libro recién editado en Chile, Hijos con personalidad...raíces y alas.
Alexander Lyford- Pike, Marianella Ciompi y María José Soler, tres profesionales que trabajan en el Instituto de Psiquiatría y Psicología de Montevideo, tomaron las inquietudes que los padres llevan a sus consultas y escribieron un libro en el que, ante todo, prevalece el sentido común. "La idea fue escribir un libro que hiciera aportes desde la vida real. Con contenido en cuan
to a técnicas y teorías, pero también muy práctico, con ejemplos que todos vivimos", explicó Soler.
El resultado es una guía para criar hijos con personalidades sólidas en tiempos de dudas permanentes. Ilustrado con dibujos que recurren al humor para describir situaciones con las que casi cualquier padre se puede identificar, el libro será distribuido por la editorial Alfa & Omega en México, Argentina, Colombia y Uruguay, desde marzo, con una tirada inicial de 20.000 ejemplares.
BALANZA SENSIBLE. En el camino de la modernidad, dicen los expertos uruguayos, los padres intentaron dejar de lado el autoritarismo tal vez excesivo que prevaleció en anteriores generaciones. Además, a la luz de teorías psicológicas que prevenían sobre eminentes traumas si el niño era disciplinado y limitado, las decisiones se convirtieron en momentos cada vez más difíciles de afrontar.
El resultado, en muchos casos, es un caos familiar que termina en problemas serios. En la presentación del libro que los profesionales realizaron en Chile, una serie de diapositivas mostraron la tragedia de las Torres Gemelas. "Los edificios no se cayeron por el impacto de los aviones. Se vinieron abajo porque sus vigas centrales se debilitaron. Eso provocó el colapso. Los peligros externos a la familia no son tan complicados. Lo son cuando se meten dentro. Ahí pueden generar el colapso", explica Lyford-Pike.
La idea base de la que parten los expertos es que los niños deben ser educados en el autogobierno de sí mismos, lo que implica también autocensura. En ese difícil proceso se definen las raíces y alas de las que hablan los autores. Y la combinación perfecta para desarrollar personalidades sanas, es "ternura con firmeza". Tal como explica Soler "las normas llegan si hay una base de afectividad. En frío, nunca entran de verdad".
La fórmula se define en términos sencillos, pero trasladarlos a la realidad no siempre es tan simple, reconocen los expertos. "Vemos padres muy inseguros a la hora de educar. Cuando tienen que establecer una regla en sus familias, consultan todo el tiempo. Buscan orientación para cosas que deberían ser contestadas por el sentido común", explica Ciompi. En la base de tal inseguridad está la pérdida de confianza, acota.
En contrapartida, los niños captan rápidamente y aprovechan la situación. "Si se dan cuenta de que cuando los papás dicen que sí o que no, no están seguros, entramos en una zona complicada", dice Soler.
Poner límites, advierten los profesionales, nunca fue tarea sencilla pero sobre todo no lo es en tiempos de estrés desmedido. "Cuando un padre llega a casa luego de una jornada agotadora, poner reglas y límites a sus hijos se transforma en otra tarea estresante", analiza Soler. A eso se agrega el constante sentimiento de culpa que domina a muchos padres: "¿tras que estoy poco lo voy a retar?". Esa es la realidad, pero no la excusa para bajar los brazos a la hora de criar hijos.
Del otro lado, la manipulación natural a la que todos los niños siempre han recurrido para intentar hacer lo que quieren, se vuelve mucho más efectiva ante la falta de fortaleza en los padres. "A veces no nos damos cuenta de lo grave que puede ser que un niño siempre tenga el poder en sus manos", explica Ciompi. Entre otras cosas, el hacer siempre "lo que quiero" termina generando una incapacidad para enfrentar frustraciones, que se presentarán inevitablemente a lo largo de toda su vida.
Por el contrario, cuando los hijos perciben que hay límites firmes -y razonables- responden con alegría, seguridad personal y estabilidad en el humor, señala Soler.
La falta de decisiones a tiempo, además, genera una personalidad infantil que se vuelve más demandante y oposicionista. Tener "todo lo que quiere" produce un placer pasajero que pronto se transforma en infelicidad generalizada.
Como contrapartida a la disciplina, los expertos recomiendan educar siempre en "positivo", lo que implica resaltar lo bueno del hijo. "Por ejemplo, si un nene estuvo tranquilo toda la mañana, hay que destacárselo. El niño recibe el mensaje y en el futuro, como a todos nos gusta que se nos reconozca, va a tender a esa conducta que fue estimulada con una sonrisa o un simple comentario", ejemplifica Soler.
Este tipo de educación se aleja del autoritarismo que definía "sí" o "no", porque sí o porque no. Tal como señala Lyford-Pike, "los niños tienen que saber que se los corrige porque se los quiere. Siempre debe quedar claro para el hijo que sobre todas las cosas hay amor incondicional. Siempre te voy a apoyar".
En el libro se dan pautas por edad, para que el propio niño pueda generar decisiones en base a valores y estilos que marcan los padres. Sólo de esta manera, estarán preparados para "salir al mundo".
Al final, los expertos advierten que el camino, aún con decisiones claras y pautas definidas, nunca es sencillo de recorrer. Pero tal como dice Lyford-Pike, "el futuro pagará por las complicaciones".
Pautas para educar mejor
Educar en positivo. Rescatar lo bueno que hacen los niños.
Asegurar amor incondicional, porque es la plataforma de despegue de una personalidad sólida. Los hijos deben tener claro, aunque cometan errores, que siempre serán apoyados por sus padres.
Definir metas para cada hijo, que se mantengan a lo largo del día incluso si los padres no están en la casa. A la vuelta del trabajo, es posible evaluar cómo se desarrolló esa meta. Ejemplo: si es un niño que habla de mala manera, la meta será que pida bien las cosas. Se puede escribir el objetivo en un gran cartel, hecho en familia.
No poner penitencias que no se puedan cumplir, pero cuando se ponen, cumplirlas siempre. No realizar amenazas sin contenido (al estilo "ya vas a ver").
Dar una sola orden por vez. Cuanto más chico, más concreto debe ser el mensaje.
Entre los castigos, el llamado "retiro de beneficios" suele funcionar bien. Si no se cumple una regla, se retira un beneficio, como mirar la tele o ir a la casa de un amigo. Las penitencias "lógicas y naturales", son las que más funcionan.
Lo que hacen "los demás"
Cada vez más, los padres escuchan de boca de sus hijos demandas y pedidos "porque mi amigo lo hace". Así, la exigencia del celular a una edad temprana suele hacerse porque fulano lo tiene. O "tengo que ir al baile porque todos van". La estrategia probablemente ha sido utilizada por niños de todas las épocas, pero en tiempos de inseguridad, advierten los profesionales uruguayos que escribieron el libro Hijos con personalidad...., las respuestas pueden ser más difíciles de dar.
Para la psicóloga Marianella Ciompi, una buena forma de combatir estos supuestos es hablar con los padres de los amigos. Así se descubre que también los otros están inseguros y que muchas veces quieren decir no. Y que muchos cedieron ante el "los otros lo hacen".
"Pero a veces te va a pasar que quizás tu hijo sea el único o casi el único de la clase que no vaya al baile, no tenga la tele en el cuarto o el celu a temprana edad. Y al final te lo agradecerán", señala la profesional.
Fuente: Diario EL País Digital (4-2-2007)
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